domingo, 31 de enero de 2010

En el pétalo de mi rabia...


soñé que estabas a mi lado

deshaciendo con tus dedos

este odio que me araña el vientre


soñé que venías suavemente

en el pétalo de mi rabia amanecida

y tomabas en tus manos mi sonrisa

para hacerla una masa multiforme



y soñé de repente que no estabas

que te alejabas más y más en el naufragio:



desperté en medio del desastre

con la sangre del recuerdo en las pupilas



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sábado, 30 de enero de 2010

¿Qué habremos de arrebatarle al tiempo...



¿Qué habremos de arrebatarle al tiempo

sino esta vieja amistad

que coincide en los gatos

y en las tardes de lluvia?



¿Qué extraños trenes

nos llevarán a distintos andenes

a conocer otras gentes

y otros conceptos de soledad?



No lo sé

sé tan solo que ahora estamos en estas manecillas

desafiando al verano

retando al silencio y a la desesperanza



Sé que me duelen los segundos que se van

tras espectros de casas destruidas

tras las huellas de mujeres que han pasado

como libros cerrados en la noche

para no abrirse jamás



Sé que me desangra la distancia que ha quedado

entre el último día del otoño

y la primer resaca del verano

hemorragiándome la alegría

en un vaso de vino olvidado

una navidad de tantas



¿Qué caminos de silencios nos harán volver la vista

para buscar en el pasado un rostro amigo

que nos diga ‘adelante vamos adelante’?




Sé que traigo en alguna parte de mis versos

las huellas de un gato inacabable

que se infinita hacia el futuro

de mis ojos y mis verbos y mis manos



¿Qué extraños trenes nos llevarán a través de la noche

a remendar amaneceres en otras latitudes?



¿Qué habremos de arrebatarle al tiempo

sino esta vieja amistad

que coincide en este trozo de vida

que alargamos y alargamos sin angustia?



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viernes, 29 de enero de 2010

Esto sin nombre alguna vez...


Porque esto sin nombre alguna vez
ha tomado el nombre de febrero.


Porque ha crecido tanto en tantos seres

que ya no es posible la fragancia de abril.



Porque distante y cercana es necesario

dejarte a la vuelta del silencio.



Porque en este recodo del frío

no encontraremos más que peces congelados

y alguna íntima intención de eternidad

en cada beso.



Y porque en este invierno que se cierra

sobre nuestras almas apretadas

apiñando melancolías a la derecha de los ojos,

habita ese otro enorme abrazo

que nos renueva el corazón en cada sombra,

en cada caricia,

en cada sosiego...


te amo



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jueves, 28 de enero de 2010

Una hora interminable...


A veces es otoño y es abril,


a veces es preciso despertarse entre las sombras


y mirar que en el reloj de los sueños


tu presencia es una hora interminable...




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miércoles, 27 de enero de 2010

En el encuentro espectral de los sueños...






Alta, negra, suave noche


que en abril nos llevaste de la mano


a los ojos abiertos del amor.





Alta noche entre árboles talados,


entre mariposas de alas rotas


como amantes alejados por el tiempo.





Suave noche que abriste de un hachazo


la frente de ese abril


para agonizarnos de alegría


en el encuentro espectral de nuestros sueños.







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martes, 26 de enero de 2010

Como cántaro caliente...



Haz el amor como cántaro caliente


y ahoga el sollozo y la sorpresa


porque nunca sabremos si mañana


seguiremos de la mano y de los sueños


o si la muerte nos dará el último,


el seco,


el definitivo tajo.





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lunes, 25 de enero de 2010

En los ojos abiertos de los muertos...


Construyamos los ‘te quiero’ poco a poco,



suave a suave como peces de colores.





Construyamos este verso que nos falta



para dejar de estar en la penumbra.





Viene el viento y con él viene la vida



lentamente como un barco entre arrecifes



jugándose ignorante la coraza



para evitar el naufragio inevitable.





Construyamos una red con nuestra ansias



para salvarnos esta vida que se escapa



entre el hueco de este otoño ceniciento



y los ojos abiertos de los muertos.





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domingo, 24 de enero de 2010

Bajo la lluvia de la noche...




Así somos, amor, y así no somos:


como dos desprovistos de esperanza


en un largo camino desandado.



Así somos, amor, como dos alas


en alto vuelo suave y dolorido


bajo la lluvia de la noche que se acaba.




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viernes, 22 de enero de 2010

Como aferrarse a un domingo...



No recuerdo tu nombre.


He olvidado el color de tus ojos,


pero no el sabor de tu saliva entre mis dientes,


ni el olor de tus axilas recién lavadas.



Sé que tus manos eran enormes


y que cabían en ellas los manojos de flores azules y amarillas


con que alimentábamos la espera


en las horas más grises de la historia:


las del dolor compartido...



Llegué a ti como cachorro extraviado en medio de la lluvia


y me uncí a tu cuerpo


como quien se aferra a una tarde de domingo...



Te amarré a mí una tarde de noviembre,


y la angustia de tu recuerdo se me quedó sin nombre.



No puedo más: eres libre,


te puedes marchar mientras me desintegro en el olvido...



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jueves, 21 de enero de 2010

¿Dónde estás en esta noche anochecida...




¿Dónde estás en esta noche anochecida y desolada...?



Lo recuerdo como si fuera hoy mismo:


el aguacero despiadado en el techo nocturno del jueves,


el dolor dulce de la soledad,


tu ausencia amarilla en medio de los recuerdos más absurdos,


tus ojos grises perdidos en la noche anochecida de esta noche,


tu cuerpo desnudo bañado por el granizo caliente


recién rescatado del olvido,


tu olor a cieno y desesperanza ahí donde te puso el alcohol,


la timidez de tus manos subiendo como insectos


por mis piernas flacas,


por mis muslos fláccidos de tristeza,


por mi bajovientre abultado por la desidia,


por el desamor,


por la gula nostálgica de las tardes invernales


de esta polvorienta ciudad abatida por el silencio:


¿dónde estás en esta hora de rabia hormonal,


en esta erección fútil,


en este ir y venir por los callejones del insomnio...?



Sí, lo recuerdo como si lo estuviera viviendo en este instante:


la cinta blanca de tu cabello


prometiendo un paraíso indescubierto,


indisfrutado,


intocado:


tu cuerpo desvestido desde la cabeza hasta el alma,


desde los poros hasta el aroma más profundo de tus cavidades,


desde esa sensación de llanto incontrolable


hasta la aspereza indescifrable


de mis manos extraviadas en los rincones más tiernos de tu piel,


en la oscura melancolía del mechón hirsuto


de la entrepierna de los sueños,


en la desazón amarga de tus pechos desolados,


en la blancura tersa de tu espalda


que baja hasta el universo de la felicidad:


¿dónde estás en esta hora de explosiones azules de mis intestinos...?



Cómo no recordarlo:


te he convocado tantas veces en la gris aventura de mi vida


que ya me quedan pocas palabras


para encender la imagen de tu sonrisa


en el costado izquierdo de las paredes de mi memoria:


las escenas pasan como tren fugaz


saliendo de alguna parte perdida de la oscuridad:


el frío de las once de la mañana en una banca de iglesia solitaria,


la llovizna pertinaz en una carretera sin fin,


la bruma de la noche hurgando las oquedades de tu cuerpo,


la madrugada incierta


con las manos en tus pechos endurecidos por el sereno,


la borrachera desaforada un septiembre desbocado,


el cemento helado en pleno julio,


bajo el sudor del ríspido entrar y salir de los cuerpos sin palabras


ni futuro


ni esperanza:


¿dónde estás en esta hora de aullidos temblorosos de mis huesos...?



Cómo no recordarlo:


pasa tu rostro de mil colores,


de dosmil ojos,


de mil reclamos diferentes,


de cientos de corajes acumulados,


de quinientas desnudeces en la noche horizontal de la pasión,


de un solo rencor doloroso y amargo,


hediondo a pasiones podridas,


a camas sin hacer,


a ropa sin lavar,


a dientes amarillos y obscenos,


pero también pasa por esta memoria que se acaba


tu cuerpo oloroso a sexo bien hecho,


a brisa marina y salada como la textura del pubis del amor,


y se queda en esta noche la fragancia


de esa imagen que has sido tú desde siempre,


de esa mujer que extendió sus alas


para guarecerme de la lluvia de este jueves


que perfora las paredes de la nostalgia y gotea lenta,


triste,


animalmente desde mis ojos cansados de dibujar la soledad...




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